ANÁLISIS SISTÉMICO DE LA PELÍCULA: El fabuloso destino
de Amelí Poulain.
Abre la película con
voz en off citando diversas situaciones que se suceden al mismo tiempo en
diferentes lugares de París, entre ellos en nacimiento de Amelí, una niña
solitaria e introvertida, en una familia de clase media. Su padre Raphael
Poulain fue médico militar y actualmente trabaja en un balneario, hombre
distante de labios apretados que significa que tiene dureza en su corazón y su madre,
fue institutriz, papel que parece no abandonar en la educación de su hija,
mujer neurótica según apuntan sus tics faciales, una etiquetación realizada por
la persona que narra esta historia.
Amelí vive con sus
padres, en un ambiente privada de cariño, privada de contacto social con otros
niños, no acude a la escuela, es su
madre la que se encarga de su educación por la creencia errónea de que la niña
sufre una afección cardiaca por los latidos tan fuertes que golpean su pechito
emocionado cuando su padre "se interesa por ella" una vez al mes. La
relación del matrimonio está basada en un/os conflicto/s, una relación diádica
triangulada, por lo que implican a Amelí para el encubrimiento. Amelí se crea
su mundo propio, su mundo de fantasia donde a falta de contacto social con el
exterior y con su propia familia. No tiene mascota, sino un amigo, su único
amigo, un pez que le regalan sus padres y que "se hace" neurasténico
debido al ambiente de la casa, como si fuera una enfermedad vírica que se
contagia. El pez está tratando de alejarse de una situación de la vida que
parece imposible de manejar y tras varios intentos suicidas debidos a los
traumas emocionales, "se toma una
decisión": los padres deciden expulsar al pez de la casa en un intento de
mantener la homeostasis familiar, eliminamos al miembro que les puede hacer
salir de esa situación enfermiza.
La madre de Amelí,
no exenta completamente de emociones, para aliviar su sentimiento de culpa por
la expulsión del pez como miembro de la familia, compra una cámara de fotos a
la niña. El vecino le hace creer que la cámara posee poderes que hacen que
cause catastrofes, la niña "se da cuenta de su delirio" y es aqui
donde comienza su primer acto de venganza para equilibrar su dolor, manipulando
la antena de la tv para que éste no pueda ver un partido de deporte.
Poco después la
madre muere en un accidente, una suicida que le cae encima, muerte disparatada
como su vida. El padre se hace más ausente, sólo tiene un objetivo en la vida,
mantener el mausoleo dedicado a su mujer. El aislamiento de Amelí es cada dia
mas acuiciado, sueña con ser mayor, tal vez cumplir la edad para poder
marcharse de casa, en un intento de solucionar su vida triste y sola, tal vez
como su amigo pez.
2ª etapa de su vida:
fuera de casa.
Trabaja en una
cafetería como camarera, acompañada de otras personas repletas de cualidades
donde la voz en off destaca las cosas que les gustan y las que no les gustan,
como un intento de descripción de los personajes.
La dueña, una
exbailarina ecuestre que pierde su pierna en un accidente en el circo. Odia la
carne de caballo que le hace recordar el accidente y el amor que perdió. Gina,
camarera del café, su abuela era sanadora y ella ha heredado ese gusto por la
salud dedicandose a practicar el crujir de huesos en la gente del café.
Hipólito, escritor fracasado que asume el papel que le ha tocado en la vida,
conformista con su situación. Joseph, amante celoso y Giorgette que trabaja en
la tabacalera de la cafetería y es hipocondríaca.
Su nuevo hogar...
Amelí vive sola en
un edificio donde residen vecinos un tanto peculiares. Madelein Wallas, mujer
viude sufridora de las infidelidades de su marido con la secretaria, que asume
su desgracia al significado de su nombre, tal y como ella dice, predestinada a llorar,
a ser infeliz, por ello no hace nada para salir de esa situación de eterna
pena. También posee un pequeño mausoleo dedicado a su marido, la persona que la
hizo infeliz, a igual que Raphael. El tendero, Colignon, un hombre cruel y
grosero, que maltrata a su ayudante, Lisian, chico discapacitado y muy tímido;
en realidad el tendero se ve reflejado sobre el chico, una persona sin
capacidad para funcionar con autonomía, tal y como a él le ha sucedido en la
relación con sus padres, la madre manipuladora propia de familia aglutinada
siempre se ha adelantado a solucionarle los problemas al chico, incluso en la
actualidad le controla la contabilidad de su negocio, llegando éste a
desarrollar una dependencia con ella. Y Raymond, el hombre de los huesos de cristal,
que no sale al exterior desde hace 20 años y que desde entonces se dedica a
pintar imitaciones de los cuadros de Renoir.
Un día escuchando la
radio una noticia se conmueve y encuentra por casualidad una cajita de
recuerdos de un niño, aquí es donde Amelí tiene deseos de buscar al dueño de la
caja con el fin de poder ejercer de hada madrina concededora de deseos.
Comienza por buscar al hombre de la caja, un hombre que también vive en
soledad, Bretotoau, y tras ese acontecimiento que provoca en este hombre deseos
de solucionar situaciones pendientes en su vida, propias del ciclo vital como
es el disfrute de su familia y de su nieto, pues como él mismo dice "de la
infancia lo único que te queda es una caja oxidada" en un simbolismo que
bien podría representar la reconciliación con su familia antes de que el
termine también en una cajita como esa. Tras el éxito logrado, Amelí sigue en
su búsqueda incesante de la felicidad en la persona de los otros. Consigue
emparejar a la Giorgette con Joseph, alegrar la vida del hombre de cristal
enviándole imágenes agradables del exterior de las cuales él está privado de
disfrutar debido a su enfermedad, imágenes que le transportan, que le
tranquilizan y que le animan. Ayuda a un ciego a cruzar la calle a la vez que
le relata todo tipo de detalles por los que van circulando haciendo el paseo
más agradable. Falsifica una carta de amor dedicada a la Susanne, viuda de el
hombre infiel con el fin de que pueda también reconciliarse y perdonarle,
mediante una carta que dicen haber encontrado en una saca de correos olvidada
en los Alpes. A su padre, idea raptar al nomo y hacerle fotos en los edificios
turísticos de grandes ciudades del mundo, favor que le hace una amiga azafata,
con el fin de provocar algún cambio en la relación con su padre.
La relación de Amelí
con su padre sigue siendo distante, éste sigue obsesionado con la
reconciliación del nomo que representa su vida como médico militar con su
mujer, profesión que abandona cuando se
casa. Hablan en conversaciones paralelas, tan solo coinciden cuando el padre
vuelve a reprochar a Amelí que no han viajado por su afección cardíaca. Amelí
sueña con una vida dedicada a ayudar a los demás, como la madre Teresa de Calcuta, y como su padre en la práctica d su profesión, sólo que a ella no
puede ayudarle. Pero el extravío del Nomo empieza a dar sus resultados y el
padre comienza a mover ficha en esta relación, se dirige a ella para preguntar
por el nomo, ante la preocupación por la desaparición, hasta conseguir su
autonomía con límites menos rígidos.
En la estación del
Norte, medio que utiliza a menudo cuando visita a su padre, descubre a Nino, un
chico del que se enamora. Las almas gemelas se encuentran después de haber
tenido muchas cosas en común como una infancia privada de cariño, necesidad de
tener un hermano con el que relacionarse, tanto es así que Nino podría haber
empezado a crear un álbum de fotos encontradas cerca del fotomatón de la estación tal vez en un
intento de tener su pequeño álbum familiar. Comienza el juego para producir el
acercamiento utilizando cono escusa el álbum extraviado, pero Amelí no se
atreve arreglar su vida, este hada madrina sólo es capaz de estar al servicio
de los demás. Destaco aquí la repetición de las miradas a Amelí a través del
cristal de una ventana, de la cabina de teléfono, siempre protegiéndose del
exterior, como simple observadora.
Es aquí en este
punto de la historia donde el papel del hombre de los huesos de cristal se hace
evidente como la figura del terapeuta. El hombre de cristal ayuda a Lisagne a
mejorar sus habilidades sociales para enfrentarse con el tendero, anudándole a
confiar en si mismo; y ayuda a Amelí a dar el paso en la búsqueda de su
felicidad. Estando observando uno de los cuadros de Renoir pintados por
Raymond, destaca la figura de una chica que mantiene un vaso de agua, comentan
que ella mantiene una relación ausente, en lugar de buscar cerca de ella,
comentan que quien se ocupará de los desarreglos de su vida, a lo que Amelí,
que se da cuenta del mensaje del viejo, evita la conversación respondiendo que
es mejor dedicarse a los demás que a un Nomo de jardín, justificándose en su
respuesta. No es capaz de reconciliarse con el mundo sin antes reconciliarse con
su padre. Pero el viejo anima a Amelí a
ser protagonista de su historia, no sin antes recordarle que la suerte pasa
rápido y por eso las oportunidades hay que cogerlas sin dudar. Raymond no puede soportar los golpes de la
vida, de ahí la fragilidad de sus huesos, si no hace nada por su futuro, por su
felicidad puede convertirse Amelí en una segunda Raymond Lefallè.
Así, Amélie, acaba
felizmente en los brazos de Nino al que besa de la forma más delicada que se
pueda imaginar.
La historia toca a
su fin,
Nada de lo que
ocurre en la vida, en las personas, en las cosas, ocurre espontáneamente. Todo
tiene una causa, no hay causa sin efecto, ni efecto que no tenga una causa, en
lo físico y en lo espiritual.
Y comieron
perdices...
María José Serna Rodríguez.