Mª José Serna

Mª José Serna
Mª José Serna. Psicóloga Albatera. MVL 686 544 714 (Ilustración Alexandre Jansson)

viernes, 19 de diciembre de 2014

Marilyn Monroe

Trastorno histriónico de personalidad o cómo ser Marilyn Monroe

A medida que se ha ido indagando en sus memorias, alusiones de las personas que la conocían, biografías de todo tipo y análisis por parte de estudiantes y profesionales en psicología, principalmente del psiquiatra de Marilyn, Ralph Greeson, se ha ido desentrañado el marco psicológico de esta actriz de la cual se sabe que padecía trastorno histriónico de personalidad, un desorden emocional que tiene unos rasgos muy del estilo de la seductora Monroe.

Excesiva preocupación por la apariencia física, sensibilidad excesiva a la desaprobación, exuberancia en la demostración de la sexualidad y la seducción hasta el punto de no ser capaz de mantener una conversación con personas del sexo opuesto sin que exista el rol depredador – presa, baja tolerancia a la frustración, pensar que una amistad o relación es mucho más íntima de lo que es, ser fácilmente influenciable, búsqueda excesiva de aprobación exponiéndose como objeto de admiración, dramáticos cambios en el estado de ánimo.

Una necesidad enfermiza de ser constantemente atendida independientemente de  los medios que tuviera que utilizar para ello, ocasionando posteriormente depresiones y ansiedad debido a que aquello que conseguía – ser deseada por su atractivo físico – no se correspondía con lo que quería de sí misma – ser deseada por su personalidad -.

Este estado aumentaría en la década de los cincuenta cuando su matrimonio fallido con Arthur Miller, hizo que se evidenciara la realidad de una mujer que se valía de la promiscuidad para huir de sí misma, para ser admirada y para obtener la reverencia que no obtenía sin necesidad de llamar la atención utilizando un arsenal que se oponía a sus propios valores.

Desde un principio, quiso ser tenida en cuenta para que la tomaran en serio y, sin embargo, para ello se valió de su atractivo físico, hecho que si que consiguió que hombres de gran cultura se postraran a sus pies . Sin embargo, cuando ella era consciente de que su atractivo no radicaba en lo que ellos veían en ella como Norma Jean Mortenson sino en el mito sexual que era Marilyn Monroe, recurría a nuevas conquistas e infidelidades para llenar un vacío al que solo pondría fin una sobredosis de barbitúricos.

Curiosamente, ella siempre quiso ser recordada como una gran actriz y nunca lo conseguiría porque, si bien es cierto que, en su última época, consiguió cierto reconocimiento por su trabajo, su legado de mayor importanciaha sido un estereotipo, un “cliché social” que ha perdurado durante décadas y del que todavía no nos hemos deshecho.

La imagen de rubia y tonta que ella misma consiguió que se le atribuyera, jamás le hará justicia pero, obviamente, tampoco la imagen de superdotada que actualmente se quiere mostrar de ella; Marilyn Monroe fue, ni más ni menos, una mujer que padecía  graves carencias emocionales y que disponía de escasos recursos para huir de sus fantasmas pasados.

Murió antes de tiempo habiendo sido una actriz a tiempo completo que vivió para los focos y las miradas ajenas, mostrando su mejor sonrisa y aceptando las reglas del juego, mientras una Norma Jean Mortenson a la que no le habían permitido – ni se había permitido – madurar emocionalmente, soñaba con que cayera, de una vez, el telón y empezara la vida.

La mente es maravillosa.